Se cree generalmente que los pensamientos pueden permanecer ocultos. Esa creencia es errónea.
los
pensamientos se cristalizan en los hábitos del individuo y los hábitos se
solidifican en las circunstancias.
Los pensamientos
bestiales cristalizan en hábitos de embriaguez y sensualidad, y se solidifican
en decadencia, destrucción y muerte.
Los pensamientos
impuros de toda especie cristalizan en hábitos de enervamiento, de confusión y
desorden y se solidifican en las más adversas circunstancias.
Los pensamientos
de temor, duda e indecisión cristalizan en hábitos de debilidad, inhumanidad e
irresolución, que se solidifican en circunstancias de fracaso, indigencia y
dependencia semejante a la esclavitud.
Los
pensamientos odiosos y reprobados cristalizan en hábitos de acusación y
violencia, y se solidifican en circunstancias más o menos aflictivas.
Por el contrario, los pensamientos bellos de toda
clase, cristalizan en hábitos de gracia y amabilidad, y solidifican en
circunstancias de genial alegría.
Los pensamientos
puros cristalizan en hábitos de temperancia y dominio de sí mismo que se solidifican
en circunstancias de tranquilidad y de paz.
Los pensamientos
de valor, de confianza en sí mismo y decisión, cristalizan en hábitos de virilidad, que se
solidifican en circunstancias de éxito, abundancia y libertad.
Los pensamientos
generosos y de olvido de las ofensas, cristalizan en hábitos de cortesía, que
se solidifican en circunstancias de protección y conservación.
Los pensamientos
de amabilidad y desprendimiento, cristalizan en hábitos de olvido de sí mismo
por causa de otros, que solidifican en circunstancias de segura y permanente
prosperidad y verdadera riqueza.
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