Los emprendimientos sociales surgen como iniciativa de uno o varios individuos. Pero: ¿qué permite que sean las ideas de estos —y no de otros— las que logren materializarse y consolidarse como emprendimientos que contribuyen al mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de la población?
¿Qué capacidades particulares sirven para atender de manera simultánea y congruente a los objetivos económicos y altruistas en una organización? ¿Qué habilidades, roles y estilos de gestión son relevantes para lograr el crecimiento y la consolidación de un emprendimiento social? Las respuestas a estos interrogantes giran alrededor del tema del liderazgo.
El liderazgo en emprendimientos sociales se entenderá como la capacidad para hacer transformaciones y obtener resultados sobresalientes.
Algunas de las derivaciones de la “teoría carismática” son las que mejor explican el papel del liderazgo en los emprendimientos estudiados. Estas teorías tratan de explicar cómo los líderes son capaces de realizar cambios profundos en sus organizaciones o realizar reformas sociales exitosas en medio de circunstancias adversas, y cómo ellos consiguen desarrollar motivación y efectividad entre sus seguidores. Igualmente, estas teorías destacan la habilidad de los líderes para establecer marcos de trabajo, infundir valores y promover el compromiso dentro de las organizaciones.
En otras palabras, la tarea del líder consiste en impulsar las transformaciones organizacionales que permitan el crecimiento y la consolidación de los emprendimientos sociales a lo largo del tiempo. El enfoque utilizado aquí va y viene entre la deducción y la inducción, y entre la teoría y la práctica. El trabajo de Alfred Chandler permite distinguir las distintas etapas del liderazgo que se observa en los emprendimientos sociales.
Enfatiza que los cambios en la estrategia de las organizaciones imponen variaciones en el liderazgo, los sistemas y la estructura. Muchas veces los emprendimientos sociales se desarrollan en cuatro etapas, comenzando como iniciativa de un individuo, quien al identificar un problema de orden social, económico o ambiental, desarrolla un proyecto para contribuir a su solución. Sin embargo, para que el emprendimiento funcione de manera eficiente y eficaz, debe convertirse en parte integral de la operación de la organización. A este proceso se lo conoce como institucionalización.
Es generalmente en esa etapa cuando los líderes desarrollan estructuras organizacionales, políticas, procedimientos y sistemas para que el emprendimiento social cuente con una buena administración, sea económicamente sostenible y exista una armonización estratégica entre este y la misión de la organización.
Posteriormente, para facilitar el crecimiento de sus acciones sociales, líderes sobresalientes asignan los emprendimientos a unidades autónomas que operan en forma descentralizada y que requieren un liderazgo participativo para alcanzar su eficiencia y eficacia. En algunas ocasiones, la descentralización de los emprendimientos sociales puede hacer que estos empiecen a operar como conglomerados de unidades que funcionan de manera independiente y tienen sus propias estructuras organizacionales, aunque trabajan con una estrategia compartida.
El liderazgo entonces suele enfocarse en el desarrollo de mecanismos de coordinación que permitan mantener el equilibrio entre las actividades descentralizadas y la estrategia común de la organización. Estas cuatro etapas conforman el proceso de evolución de un gran número de emprendimientos sociales y estas transformaciones constituyen retos para su liderazgo.
No todo emprendimiento social pasa por todas las etapas o sigue un orden secuencial; sin embargo, el modelo captura el proceso evolutivo que presentan muchas de las organizaciones estudiadas. El espíritu de estas etapas no es prescriptivo (“esto debe hacerse así”), sino descriptivo (“estas etapas parecen darse en un número importante de emprendimientos”).
A lo largo de la vida de los emprendimientos sociales, es posible reconocer los distintos roles (tareas) que pueden desempeñar los líderes para alcanzar buenos resultados. Paralelamente, en cada momento del emprendimiento social se pueden identificar las habilidades deseables —o necesarias— que permiten al líder ejercer esos roles de manera efectiva.
Las habilidades son destrezas personales y profesionales que posee un individuo o un equipo de trabajo, y deben transformarse en capacidades organizacionales que serán necesarias de acuerdo con el grado de evolución del emprendimiento. Estas habilidades son complementarias entre sí y, aunque no son exclusivas de determinada etapa, sí se pueden identificar los momentos donde una u otra adquiere una mayor relevancia. —Las características sobresalientes de una manera de actuar o trabajar—, las habilidades y los roles del liderazgo que predomina a lo largo del desarrollo de los emprendimientos.
Cada líder desarrolla su estilo para ejecutar los roles correspondientes a las distintas etapas. No hay “recetas”. Sin embargo, en cada etapa, un estilo particular de liderazgo parece ser más efectivo que otros para satisfacer las necesidades de gestión que presenta la organización en ese momento. El estilo de liderazgo más apropiado dependerá entonces de los desafíos de la transformación organizacional que se deba enfrentar.
Por ejemplo, al inicio del emprendimiento social, la tarea se facilita enormemente con un líder que tenga influencia personal, de tipo carismático. Después, durante la institucionalización, es ventajoso un liderazgo directivo; conviene que sea participativo en la etapa de descentralización, y político cuando se alcanza el conglomerado social .No obstante, sea cual fuere el estilo de gestión, lo importante es que la organización obtenga un buen desempeño en el emprendimiento social.
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