Allá por los años 70´s cuando las ONG recién hacían su
arribo a Honduras, infinidad de personas pertenecientes a familias de escasos
recursos cifraron sus esperanzas en ellas.
En la mayoría de aldeas y caseríos habían intervenciones
sociales que iban desde la construcción de letrinas, hasta las charlas diarias,
las visitas domiciliares, el apoyo a acciones de prevención en salud y la
asistencia técnica en la producción agrícola, etc.
Se construyeron viviendas, se hicieron pozos de agua, se
colocaron bombas para la extracción del vital líquido.
Las familias poco a poco se fueron acostumbrando a ver en
las ONG´S a entes de ayuda, de apoyo y de beneficencia. Era necesario que así
fuera si querían ganarse la confianza de las personas, quienes en el área rural
son muy esquivos y su nivel de confianza en instituciones foráneas es baja.
Paulatinamente muchas aldeas completas se acostumbraron de
tal manera a la ayuda de estas organizaciones que dejaron de producir, los
hombres se volvieron haraganes, y estaban pendientes de cualquier visitante
para ver que “traía” de bueno.
Hasta hace poco esa era la realidad de muchas comunidades
rurales. Cuando las ONG´S comenzaron a cambiar de estrategia, enfocando sus
intervenciones a la capacitación de órganos comunitarios e incluso a familias,
el interés de las comunidades bajó considerablemente.
Las personas lejos de querer contribuir con información
solicitada por las organizaciones, huyen de estas actividades, quien diga lo
contrario se constituye en un mentiroso.
Para lograr cierta participación comunitaria sin recurrir a
la coacción directa, es preciso hacer algunas remuneraciones que van desde
incentivos en especie, hasta salarios en efectivo.
La decadencia de las ONG´S es manifiesta, las personas
siempre esperarán algo, la costumbre está tan arraigada en la mente de familias
y personas que no se avizora un cambio a corto plazo.
He sido testigo de los ímprobos esfuerzos que realizan
gerentes de proyectos, promotores sociales y “voluntarios” por promover la
participación comunitaria sin que los resultados se acerquen siquiera a la
mediocridad.
Es urgente que los encargados de la toma de decisiones de
las Organizaciones “sin fines de Lucro” vayan realizando acciones para identificar
como pueden levantar la credibilidad de estas instituciones que han hecho mucho
por los menos favorecidos.
Causa tristeza escuchar a personas que habiendo recibido algún
beneficio de cierta ONG, se exprese de ella de una manera desagradecida, pero
parece que la culpable de estas circunstancias es la ONG misma. Quitar una
dependencia no es cuestión de pocos años, es un proceso largo que lo que más
requiere es paciencia.
En la actualidad muchas de estas organizaciones están volviendo
a “regalar cosas” pues han notado que es la única forma de no perder del todo
el apoyo comunitario.
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