Recientemente sufrí un accidente muy severo, dañándome seriamente el rostro, el hombro izquierdo y la pierna derecha, ésta ultima estuve a punto de perderla, de no ser por la intervención divina.
Reconozco con humildad que de no haber sido por la poderosa mano de Dios, otro hubiera sido el desenvolvimiento de los eventos de ese trágico día, se en lo mas profundo de mi ser que hay alguien que nos protege, nos cuida y nos guía, comprobé también que hay avisos, que interpretándolos correctamente, pueden evitarnos sucesos inesperados y lamentables.El secreto esta en saber reconocerlos, tristemente la mayoría de las veces somos incapaces de descifrarlos, esos indicios de que cosas terribles están a punto de sucedernos, pasan desapercibidos y continuamos con lo que teníamos planeado, enfrentándonos pocos minutos u horas después a acontecimientos que nos marcaran por completo.
Sucesos que para la mayoría significa un cambio completo de vida, a la cual no estaban acostumbrados, incapacitados y limitados para realizar lo que antes no representaba dificultad alguna, se va cayendo poco a poco en una especie de apatía de desinterés por la vida, una melancolía enfermiza comienza a apoderarse de nuestro estado de animo, nos volvemos dependientes y eso nos enferma más, entramos en terreno escabroso e iniciamos un rápido descenso hacia el obscuro valle de la depresión, vienen los cambios bruscos de temperamento, las cóleras injustificadas, las tristezas sin fin.
Pasé por esto y sé lo que muchos en este momento están atravesando, y a todos ellos le dirijo la siguiente reflexión: observemos a nuestro alrededor, si hay niños o niñas mucho mejor, miremos con detenimiento el devenir del mundo, y reconozcamos que todo absolutamente todo esta en constante cambio.
Que lo que ayer era, mañana tal ves ya no será, y si no me creen observen como está compuesto el universo y mas particularmente nuestro mundo: hay una noche y un día o para ilustrarlo mejor hay luz y hay obscuridad, hay invierno y verano, hay frío y hay calor, hay mareas altas y las hay bajas, hay dolor y hay placer, hay llanto y hay risa, hay angustia y hay esperanza, sí, así es la vida, no todo el tiempo estaremos bien.
Sin embargo también es cierto que no todo el tiempo estaremos mal, habrán tiempos mejores, tiempos de bonanza, el tiempo de las vacas gordas de las que con sabiduría infinita habla la Santa Palabra de Dios de eso no nos quepa la menor duda. Mientras tanto lucha, lucha con optimismo y nunca te des por vencido.
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