Los procesos participativos no son un fin en sí, deben ser
utilizados en coherencia con los objetivos de desarrollo que se persiguen. A
continuación listamos algunos de los errores más comunes que pueden reducir su
impacto positivo:
• Improvisación: se falla en planificar el proceso y en explicarlo a la gente, y se
“queda corto”; los métodos deben ser seleccionados en función de un objetivo
claro;
• Superficialidad: se recolectan pocos datos, sin cruzar los métodos para
profundizar y “triangular” las fuentes;
• Premura: se corre
hacia las conclusiones, omitiendo de profundizar aspectos poco claros e
inexplicados;
• Exclusión:
se omite de integrar al proceso ciertos miembros de la comunidad, generalmente
los más marginados;
• Imposición:
se abandona la actitud de facilitador en algún momento del proceso y se imponen
ideas, dejando de escuchar y aprender;
• Manipulación:
el proceso participativo se lleva a cabo sólo para satisfacer las necesidades
de los técnicos o de algunos líderes que manipulan el proceso para confortar
“sus” propuestas;
• Falta de compromiso: se crea confusión si el proceso participativo no resulta de un
compromiso inicial claro con la gente: objetivos, resultados esperados,
devolución de los productos a la comunidad;
• Decepción:
un proceso participativo despierta expectativas de la gente; si no se le da el
seguimiento esperado, se habrá otra vez “extraído” información sin devolver
nada, y la credibilidad del método mismo quedará afectada en la comunidad.
TOMADO DE “DESARROLLO PARTICIPATIVO”
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