¿A quién? – El público(Enfoque de las siete preguntas: Elaboración de propuestas

ProveedoresPúblico: una propuesta bien elaborada está dirigida a las necesidades y procesos de la organización habilitadora a la que se solicitan los recursos. La propuesta debe concentrarse en las expectativas de la organización habilitadora, como así también en sus necesidades, y sus procesos para considerar, aprobar y desembolsar los recursos solicitados en la propuesta.

La financiación innovadora no tiene que ver con la creación de algo nuevo. Tiene que ver con el promotor de una propuesta que se conecta con un habilitador que es quien puede proveer los recursos necesarios y apropiados. Cada habilitador tiene su propio lenguaje, sus prioridades y responsabilidades. Comprender el universo de las organizaciones habilitadoras es un elemento de importancia crucial para la preparación y presentación de una propuesta.

El espectro de organizaciones habilitadoras —las organizaciones que pueden proveer fondos y servicios— está bastante bien definido. Va desde lo puramente benéfico hasta lo puramente comercial. En un extremo del espectro, están las fundaciones de beneficencia y los donantes particulares. En el otro, las organizaciones y los inversionistas que realizan inversiones de alto riesgo y de alto potencial de rentabilidad. Pocas propuestas, si es que hay alguna, son atractivas para todas las organizaciones e individuos de este espectro. La investigación sobre las necesidades generales y específicas de cada uno de los habilitadores es una inversión de tiempo de vital importancia durante el proceso de elaboración de la propuesta. Lo que sigue a continuación es un resumen simplificado, aunque no demasiado, de principios y experiencias generales para guiar al promotor en su búsqueda.

Los diversos colores del dinero – Las entradas de dinero en las propuestas vienen básicamente en cuatro “colores” diferentes: ingresos por productos y servicios, incluidas las subvenciones de explotación; donaciones que no hay que devolver; préstamos que hay que devolver en condiciones definidas; y capital de inversión que se devuelve con las ganancias, si las hay, resultantes de la propuesta.

► Los ingresos son los pagos realizados por los usuarios finales u otros en su lugar (por ejemplo, un programa subsidiado por el gobierno percibe ingresos en forma de subvenciones de explotación).

► Las donaciones provienen de donantes: fundaciones de beneficencia, programas subsidiados por el gobierno (que incluyen a las organizaciones multilaterales de desarrollo y programas especializados) y otras organizaciones especializadas.

► Los préstamos son otorgados por prestamistas: instituciones de desarrollo subsidiadas por el gobierno y bancos, algunas fundaciones de beneficencia, fondos de inversión especializados y socialmente responsables, y bancos comerciales.

► El capital de inversión proviene de inversionistas: propietarios de empresas o patrocinadores de programas sociales, organizaciones de inversión subsidiadas por el gobierno, fondos de inversión especializados y socialmente responsables, individuos e instituciones financieras.
Por lo general —y hay muchas excepciones— una propuesta de transferencia de tecnología debe explorar y considerar los cuatro tipos de financiación para una variedad de necesidades.

Los ingresos son la fuente de financiación más lógica, primero para recuperar el costo de los productos o servicios provistos y, segundo, para contribuir a la operación de la empresa o del programa que provee el producto o servicio. Idealmente, habrá fondos restantes para pagar los préstamos que se hayan pedido y para realizar pagos a los que aportaron capital de inversión (llamados dividendos). Esto a veces se denomina “cascada”, donde el dinero que ingresa se destina en primer lugar a cubrir el costo del producto o servicio (llamado “costo de mercaderías vendidas”); en segundo lugar, se destina a otros costos operativos (que incluyen impuestos, por ejemplo, o los intereses de un préstamo); y en tercer lugar, a pagar los préstamos (al pago del llamado “capital” de un préstamo, que se denomina “amortización”; cuando se paga el capital más los intereses de un préstamo, se llama “servicio de la deuda”).

Las subvenciones de explotación son una adición lógica cuando los ingresos provenientes de los clientes no cubren el costo de bienes y servicios y existe una razón social o ambiental de peso, u otra razón importante, para proveer este bien o servicio a este cliente o grupo de clientes en particular. Las subvenciones de explotación pueden provenir de programas subsidiados por el gobierno y fundaciones de beneficencia.

Las subvenciones de capital se emplean para reducir los costos de una propuesta de modo de que los préstamos y los aportes de capital de inversión puedan cubrir el saldo. Estas subvenciones muchas veces reflejan temas más amplios, como por ejemplo, lograr que el producto o servicio sea posible de costear por los clientes disminuyendo los costos iniciales, o compensar una desventaja injusta de costos en una tecnología comparada con otra, o para sufragar los costos iniciales excepcionales (que sólo se hacen una vez) para introducir una tecnología que tendrá ventajas importantes con el tiempo.

Los préstamos se piden para financiar la construcción de un proyecto, la compra de bienes o la provisión de servicios cuando está previsto que los ingresos provenientes de los bienes o servicios resultantes sean suficientes para devolver los préstamos del modo acordado. Algunos prestamistas son flexibles por una variedad de razones. Otros no lo son para nada.

El capital de inversión se denomina, en algunas situaciones, capital de riesgo. A los que aportan capital de inversión —llamados “inversionistas” para diferenciarlos de los “prestamistas” y de los “donantes”— se les devuelve el dinero sólo si la propuesta tiene éxito y es rentable.

Hay algunas otras maneras de financiar proyectos, bienes y servicios, pero si se examinan, son en el fondo casos de ingresos, donaciones, préstamos o capital de inversión. El arrendamiento financiero (leasing), los contratos de construcción, explotación y retrocesión y las ventas o compras en cuotas (alquiler con opción a compra) son préstamos con vestiduras más complicadas. También lo son los términos de financiación o crédito de los proveedores. La deuda intermedia, la cuasideuda y el cuasicapital son combinaciones de préstamo y capital de inversión. La monetización (conversión en moneda) y la venta de créditos de carbono o beneficios de polución son ingresos de distintos clientes por el mismo producto o servicio básico que se ofrece. El promotor debe 1) no dejarse deslumbrar por la jerga de la ingeniería financiera; 2) conocer y entender los diferentes “colores” del dinero; y 3) dominar las diversas maneras de rendimiento o rentabilidad que buscan clientes, donantes, prestamistas e inversionistas.

Este último punto es importante. Cuando se calculan los ingresos y egresos de dinero durante un cierto período, es posible determinar la tasa de rentabilidad del proyecto o la propuesta. Este es un indicador muy aproximado pero importante de dos cosas: la viabilidad financiera de la propuesta (una tasa de rentabilidad negativa significa que hay más egresos que ingresos y que son recursos adicionales, en algún momento se acabará el dinero), y del público que podría estar interesado. Una tasa de rentabilidad negativa o cercana a cero exige que se busquen donaciones y subsidios. Una tasa de rentabilidad positiva hasta entre 5 y 7 por ciento debe ser analizada desde el punto de vista de los donantes e inversionistas que consideran los beneficios sociales y ambientales además de los financieros. Por encima de 6-7 por ciento, la propuesta se hacer cada vez más atractiva a segmentos más grandes del sector privado (algunos dirán que 10 es el punto de inflexión, pero una cifra un poco menor no significa que vaya a haber falta de interés, sólo que debe pensarse que la propuesta requiere una combinación de deuda y capital más otras formas de financiación). Para categorizar cómodamente una propuesta como orientada hacia el sector privado, es necesaria una tasa de interés de dos cifras.

Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)

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¿A QUIÉN?
a.
Prestamistas. Si el crédito se destinará a la construcción y los préstamos permanentes de una planta hidroeléctrica, hay que demostrar que una producción calculada por lo bajo de la planta en unidades de electricidad e ingresos puede pagar el préstamo con creces. Para ello hay que comparar el cronograma de generación de ingresos con el pago programado de la deuda y debe haber un excedente de, digamos, un 50 por ciento (entonces se dice que la cobertura del servicio de deuda es de 1,5 a 1, que quiere decir que por cada dólar de deuda que se debe pagar se espera tener 1,50 dólares disponibles al momento del vencimiento del préstamo). Además, el prestador querrá saber que se cuenta con toda la otra financiación necesaria para construir y operar la planta, que hay garantías de que se podrán pagar los costos, y que si se presentan costos adicionales, se está preparado y se tiene la capacidad de pagarlos.

b. Donantes. Si se ha pedido una subvención para brindar servicios de asistencia médica importantes (porque los ingresos no cubren los costos y la propuesta tiene una tasa de rentabilidad negativa), el donante necesitará entender por qué el plan es un uso eficaz de recursos escasos, dónde encaja el plan con otras prioridades y programas, cómo cumplirá la propuesta con los objetivos centrales del donante y, de crucial importancia, qué sucederá cuando se hayan gastado los fondos donados. Los conceptos claves que hay que comprender y manejar en este caso son “eficiencia, eficacia, sostenibilidad y contexto”. Un “marco lógico” adaptado a las necesidades de los donantes puede ayudar al promotor a transmitir su dominio de las necesidades y respuestas propuestas.

c. Inversionistas especializados-prestamistas. Los préstamos rurales necesitan la creación de una infraestructura crediticia y la aplicación de una operación sostenible. La financiación para crear esta infraestructura y comenzar la operación puede o no ser recuperada a lo largo de la existencia de la operación de crédito. Si lo que se busca es capital inicial, debe demostrarse la capacidad de devolverlo con el tiempo, después del éxito de la empresa. Si el capital va a ser devuelto efectivamente, es otro problema. Inicialmente, hay que demostrar que los ingresos provenientes de los pagos, después de tener en cuenta morosidad y gastos administrativos, son suficientes para cubrir la inversión de capital (lo que debe pagar el organismo rural para garantizar los fondos que se prestarán). Esta “autosuficiencia operacional” significa que la nueva operación está en camino a la autosuficiencia institucional, que significa que tiene la capacidad de pedir crédito para otorgar préstamos a una variedad de fuentes comercialmente disponibles, de manejar las operaciones y de pagar esos créditos al tiempo que aumenta su capital (el capital inicial más las ganancias).

d. Capitalistas de riesgo e inversionistas especializados. Si lo que se necesita es capital de riesgo para una empresa nueva, hay que demostrar que habrá una rentabilidad importante o un mercado más grande de alta rentabilidad para explotar cuando la iniciativa haya demostrado su valor. Los capitalistas de riesgo entienden la existencia del riesgo, de modo que después de haber demostrado el potencial de rentabilidad y de mercado, hay que demostrar que el equipo es capaz de sortear los obstáculos previstos. Si se trata de una tecnología nueva, o nueva en el lugar, ¿cómo se manejarán las averías y los contratiempos? Si la rentabilidad de la iniciativa queda determinada en última instancia por la monetización de los beneficios de carbono, ¿cómo se llevará a la práctica y por qué éste es el mejor lugar y el mejor equipo para llevar adelante la empresa, especialmente si nunca se ha hecho antes? Si el mercado va a crecer, ¿cómo crecerá la empresa y cómo manejará a la competencia? ¿Hay alguna ventaja por ser los primeros?

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Jogly Sú

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