Viendo
un reconocido político de nuestro país, haciendo alarde, exhibiéndose por
haberle reparado la humilde casita a una señora de un barrio marginal de
Tegucigalpa. Me vino a la mente la escena de la ostentación, el lujo y el
despilfarro en que viven estos exhibicionistas, cuyas riquezas obtenidas de las
arcas del estado, son inmensas.
Pena les había de dar estar haciendo tan poco
por quien más necesita de apoyo y no solo de paliativos que son pan para hoy y
hambre para mañana.
A
cualquier persona que tenga un poco de sentido común y de conocimiento le
resultaran exasperantes las actuaciones de estos sinvergüenzas, que por estar
cerca las elecciones, comienzan a dar pequeños regalos para comprar así, según ellos,
la conciencia de los humildes electores.
Realmente
es inaudito que existan personas que por un fogón, o por unas cuantas láminas
de cinc, vendan su voto, con el cual pudieran elegir a las personas más idóneas
para que gobiernen nuestro país.
En
el rostro de estos bribones se dibuja una burlona sonrisa, como queriendo
decir, ¡a estos pendejos ya los tengo en la bolsa! Refiriéndose a los humildes
y necesitados que por una migaja venden su alma y la de sus hijos.
Los
que por razones que no entendemos estamos en alguna posición de influencia se
nos ha otorgado la inmensa responsabilidad de despertar la conciencia de los
incautos, los adormecidos y de los ignaros.
Y será dirigida a nos la sentencia
del Nazareno que dijo: “por cuanto lo habéis hecho a uno de estos pequeños, a
mi me lo habéis hecho”
Por que será que la gente humilde se deja embaucar por estos vividores y sinvergüenzas. Ojala que nuestro pueblo tome conciencia algún día.
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