Diariamente
paso por un lugar, por exigencia de mi trabajo, donde siempre están tres
hombres de mediana edad, de vez en cuando me detengo para conversar unos
instantes con ellos. Están altamente informados y sus comentarios van desde los
vecinales hasta los estatales, en todas sus opiniones se nota una alto sentido
común y conocimiento de los problemas del país, de la terrible corrupción, de
la inseguridad extrema y de la increíble pobreza, que a pesar de ser una nación
rica, tenemos.
Esta
es una constante en los habitantes hondureños, casi todos conocen la realidad
en que vivimos, muchos hasta conocemos las causas de ellos. Pero un factor
interesante salta a la vista, ¡nadie reclama! Casi para todos es normal que nos
impongan leyes o acciones que son un verdadero atentado a la dignidad humana.
Aceptamos todo. Y después nos quedamos haciendo críticas de la corrupción, de
los malos gobernantes, de la injusticia.
Nos quedamos hasta roncos de alegar con
los conocidos y amigos de la terrible situación en que vivimos. Pero cuando se
nos convoca a una marcha para reclamar derechos o para hacerlos valer, ¡no nos
movemos! Estamos ansiosos por que las cosas cambien, pero, ¿estamos dispuestos
a realizar lo necesario para hacerlas cambiar? ¿Alguna vez hemos elevado
nuestra voz, sea ésta físicamente o aunque sea por las redes sociales, para
defender los derechos de los menos afortunados?
No
hay duda que un factor indispensable a la hora de reclamar nuestros derechos u
oponerse a situaciones injustas es
unirse en la defensa de lo justo, de aquello que favorecerá a la mayoría
y no solo a unos pocos.
A
los corruptos, a los avaros, a los egoístas les interesa que en los estratos
inferiores la gente se mantenga desunida, desinformada en ignorante. La mejor
arma en contra de la injusticia es la unión en palabras y actos.
¿Alguna
vez alguien a tratado de reflexionar sobre lo que pasaría si todos los que
pasan necesidad, los que sufren hambre, los que no tienen empleo, se unieran en
una sola masa uniforme, unánimes, con los mismos objetivos y las mismas metas,
todos apuntando en la misma dirección?
¡Serían
incontenibles!
De
allí la razón por la que a unos cuantos no les convenga que los menos
afortunados se instruyan, se unan y se movilicen.
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