Tengo algunos años desarrollando trabajo social, conozco de cerca las necesidades de nuestra gente del interior del país. Observar el hambre, la intemperie y el abandono que sufren me causa mucha tristeza. No lo digo para obtener el aplauso o la alabanza ajena, sino porque como ser humano, hecho a semejanza de Dios, no me gustaría verme en la misma situación. Como tengo la seguridad que a nadie le gustaría.
La esperanza en que las cosas pueden cambiar está latente. Sé que siempre habrá mejores horizontes. Sin embargo lo que no podemos esperar es que las cosas cambien si no hacemos algo por iniciar el camino del desarrollo.
Nunca podremos alcanzar el progreso de Honduras, haciéndonos los indiferentes ante la tremenda corrupción que impera en las dependencias del estado. En este gobierno como en los anteriores las cosas se han realizado sin transparencia. El pueblo nunca ha sido tomado en cuenta en la toma de decisiones. Por ello los políticos han hecho lo que han querido. Toman decisiones que nos afectan a todos sin que siquiera nos demos cuenta. Peor si esas decisiones se hacen a media noche para que nadie se entere.
No entiendo como en nuestros días las personas siguen aferrándose a colores políticos, a partidos secuestrados por unos pocos sinvergüenzas, que al verlos dando declaraciones percibimos sin dificultad su picardía y vileza.
Hoy se nos presentan una variedad de opciones para votar, pero por favor, veamos, analicemos quien es el que le está dando más participación al pueblo en sus propuestas.
Si nos consideramos demócratas, nuestra opción a la hora de votar ha de ser la que elija a quienes den prioridad al pueblo, a quien lo tome en cuenta a la hora de las grandes decisiones.
Es injusto, desde todo punto de vista, que las grandes decisiones que nos afectan sean tomadas por unos cuantos egoístas. Sin darle al pueblo el lugar que le corresponde.
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