La mayoría de los
emprendimientos sociales son iniciados por individuos con amplia trayectoria en el campo empresarial o social, no obstante esto no impide que lo puedan llevar a cabo los que tienen poca experiencia.
Aunque el comienzo de un emprendimiento suele atribuirse exclusivamente a un individuo, el establecimiento de la iniciativa requiere de un proceso social, donde la interacción del líder con otros actores sociales y el entorno en el cual opera juegan un papel determinante.
La posición que ocupa un individuo dentro de la sociedad puede facilitar el emprendimiento. Sus redes sociales pueden proveerle acceso a oportunidades que de otra forma no hubiesen surgido. Un estilo de liderazgo carismático contribuye a la obtención de los recursos necesarios para iniciar el emprendimiento social.
Debido a su creatividad, inspiración y habilidad de persuasión, los líderes carismáticos tienen un magnetismo que atrae el apoyo de otros, lo que facilita el éxito de esta etapa.
El caso de la Compañía Anónima Ron Santa Teresa (CARST) en Venezuela, ilustra cómo el liderazgo involucra un proceso a la vez personal y social, que puede surgir a raíz de cambios en el entorno.
Varios sucesos externos a la empresa, como la toma de unos terrenos por parte de un grupo de vecinos y el asalto de su fábrica, potenciaron el liderazgo del presidente ejecutivo de la compañía, Alberto Vollmer.
Él tenía vocación filantrópica y antecedentes de trabajo comunitario, y puso en evidencia sus valores sociales al enfrentar la situación mediante el desarrollo de iniciativas orientadas al bienestar de la comunidad.
Sin la decidida actuación del presidente de la empresa —quien se involucró personalmente en este asunto—, no se habría desarrollado la acción social en la organización.
La capacidad de asumir un riesgo y encontrar soluciones heterodoxas puede explicarse por el estilo de liderazgo de Vollmer. Sin embargo, estas iniciativas no hubieran podido realizarse sin el apoyo y la participación de la comunidad, las autoridades locales y el personal de la empresa.
El carácter emprendedor y la capacidad para comprender el entorno social y su impacto en la organización se destacan como dos habilidades críticas del liderazgo para realizar de manera exitosa la fase inicial de un emprendimiento social.
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