Serie de de temas relacionados con el desarrollo y los emprendimientos sociales |
La visión social del líder puede definirse como la capacidad que le permite comprender la problemática social de su entorno desde una perspectiva solidaria, e identificarse con la realidad que enfrentan distintos grupos de la sociedad.
Esta visión facilita que él pueda movilizarse tanto a nivel vertical (entre diferentes estratos sociales) como horizontal (entre los sectores privado, público y civil), superando las diferencias de clase o prejuicios ideológicos que pueden obstaculizar el desarrollo exitoso del emprendimiento social.
Impulsado por esta visión, el líder adopta un compromiso para generar valor social a través de las actividades empresariales o los emprendimientos que desarrolla su OSC, lo que contribuye a aumentar la credibilidad de su actuación entre los distintos grupos de interés.
El origen de la visión y del compromiso social de los líderes se pone de manifiesto cuando estos desarrollan iniciativas para atender problemas sociales.
Durante sus 45 años de gestión en la Asociación Chilena de Seguridad ACHS, Eugenio Heiremans se interesó por la seguridad laboral y se comprometió con esta causa.
Esa actitud tiene sus raíces en su juventud, cuando observó que el bajo nivel de educación en los trabajadores de la empresa familiar no les permitía aspirar a mejorar sus condiciones laborales.
Asimismo, sus creencias religiosas fortalecían su interés por el bienestar del ser humano. Joaquín Risopatrón, gerente de asociados, comentó:
Don Eugenio es una persona de una calidad humana excepcional […]A mi secretaria la operaron hace poco. Él la llamó a la clínica y a la casa para saber cómo estaba, lo que yo todavía no había hecho.
Son gestos que no es frecuente encontrar, más aún cuando aquí hay 35 gerentes, por lo que secretarias hay muchísimas… Esas cosas se transmiten; entonces, la gente entiende que el respeto e interés por las personas es un valor en esta institución, porque lo ha vivido.
Como líder, a él le importa su gente y lo demuestra. El compromiso social del líder se observa no sólo a través de su participación en el emprendimiento mismo, sino también en la sensibilidad que muestra para con su personal y el respeto por el ser humano, sin importar su estrato social.
La visión social de los líderes les permite movilizarse entre sectores y estratos sociales, lo que contribuye a lograr una estrategia alineada con las necesidades y demandas de los diferentes grupos de interés.
Además, a partir de esta interacción con distintos grupos sociales, pueden surgir relaciones de colaboración que beneficien el desarrollo del emprendimiento social.
En el caso de ACHS, Heiremans mantenía un diálogo fluido con las máximas autoridades del gobierno —a pesar de no ser partidario del oficialismo—, con los empresarios y con los dirigentes de las organizaciones sindicales del país. Esto era considerado por el personal de la empresa como una de las fortalezas de la institución.
Un gerente de ACHS manifestó: Sin ser un hombre de mucha fortuna, de grandes títulos académicos o de estudios universitarios, Heiremans es capaz de codearse con los grandes empresarios, quienes no sólo lo respetan, sino que le piden su opinión; además, lo escuchan en todos los sectores políticos.
A través de su interacción con distintos grupos sociales, los líderes pueden dar el ejemplo y motivar a su personal, al mismo tiempo que refuerzan la credibilidad de su compromiso social.
Los casos examinados también sugieren que la habilidad de armonizar y motivar, así como la visión y el compromiso social, son características complementarias de los líderes de emprendimientos sociales.
La presencia de estas tres habilidades les permite entender de manera más integral los problemas sociales y aportar soluciones. Además, a través de aquellas, los líderes consiguen la armonización del emprendimiento con la estrategia del negocio o la misión de la OSC y crean la estructura organizacional necesaria para institucionalizar el emprendimiento.
Aunque estas habilidades parecen ser innatas en los individuos, pueden desarrollarse a través del esmero y la capacitación si fuera necesario. Incluso hay quienes, ante la ausencia de una de estas capacidades, optan por contratar o invitar a un experto en la materia.
La institucionalización de un emprendimiento social es un proceso que toma tiempo. Aunque un marco de referencia sobre las acciones que se han de tomar puede ser útil a los líderes, no puede faltar la creatividad en los planteamientos y en la forma de hacer las cosas.
Son muchas las iniciativas para mejorar el bienestar de la sociedad. Los casos muestran una amplia variedad de intereses sociales, como la educación, la salud reproductiva, la brecha tecnológica y el medio ambiente.
Pero más allá del interés específico, el éxito en la etapa de institucionalización dependerá en gran medida de la habilidad de armonizar del líder, sin la cual el emprendimiento social puede ser sólo una buena obra desarrollada de manera ocasional.
Por otro lado, si únicamente se tiene esta habilidad y no un genuino compromiso social, la iniciativa puede perder credibilidad o simplemente tener un impacto social limitado.
Como dijo Carlos Manuel Uribe, presidente ejecutivo del Grupo CSU-CCA, refiriéndose al programa de responsabilidad social que lideraba dentro de su compañía, “esto no es sólo una cuestión de billetera… es una cuestión de convicciones profundas”.
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