Los patrones culturales presentes en emprendimientos sociales conducidos por OSC son desarrollados a partir de valores de carácter religioso.
Esto lo verificamos en las iniciativas de la
organización Fe y Alegría, diseminada en varias regiones de América Latina; a
partir de opciones de filosofía política, como en la Fundación Abrinq —que
actúa en la defensa de los derechos civiles de niños y adolescentes—; a partir
de la proposición de soluciones técnicas y tecnológicas, como es el caso de la
Asociación Chilena de Seguridad, en lo
que se refiere a los accidentes laborales, o de Profamilia, en lo que respecta
a la difusión de la planificación familiar y de la salud reproductiva.
La
indignación frente a escenarios de injusticia social, la movilización en torno
de un ideario o proposición y el hecho de compartir visiones del mundo y
presupuestos éticos congregan a las personas en torno de la iniciativa emprendedora,
justificando su origen y mantenimiento.
Durante su desarrollo, algunos patrones culturales se sedimentan y
configuran la identidad organizacional, mientras que otros se desvanecen o se transfiguran,
de acuerdo con los incidentes críticos que provocan cambios organizacionales
con mayor o menor profundidad y amplitud.
El Instituto Brasileño de Defensade los Derechos del Consumidor (IDEC) fue creado en los años ochenta, mientras
se producía un proceso de movilización de la sociedad civil en torno de
acciones que tendían a fortalecer la redemocratización del país.
Surgió al
final de aquella década, acompañando la implementación de la nueva Constitución
Federal, que avanzaba significativamente en la defensa de los derechos de los
ciudadanos. El IDEC fue pionero en la actuación en una temática polémica:
confrontaba constantemente los intereses de mercado de empresas privadas posicionadas
en la cadena de producción y comercialización directa de bienes para los
consumidores finales, así como contrariaba intereses políticos de órganos y
empresas estatales en la provisión de servicios para la población.
Esa actitud
vanguardista creó una sólida base ideológica y política en sus colaboradores,
quienes individualmente se identificaron con los valores compartidos y con las
causas sociales defendidas, lo que fortaleció la misión y los valores
organizacionales.
Tales valores compartidos
sirvieron como fuertes elementos de cohesión de los grupos internos cuando el
IDEC debió reestructurar sus operaciones
para encontrar fuentes alternativas de sostenibilidad. También, esos valores
posibilitaron que la institución eliminara obstáculos y resistencias durante
los cambios en los procesos de trabajo que se iniciaron para reducir costos y
atender nuevas demandas. Aunque estas situaciones sean naturalmente
conflictivas, la profunda identificación de las personas con los valores y
propósitos del IDEC y su estrecha relación han permitido superar estas
dificultades, sin comprometer el desarrollo organizacional e institucional de
la entidad.
No es raro observar a lo largo de
la evolución de las OSC que características ideológicas no presentes en su
origen surjan más tarde, ya sea porque esas organizaciones amplían o redefinen
sus actividades, o porque los cambios que ocurren en el contexto externo exigen
la revisión de su misión.
Hay ejemplos ilustrativos, como la experiencia de
Colsubsidio, fundada en 1957 con una fuerte inspiración de la doctrina social
católica, pero que tuvo la necesidad de encuadrarse en las leyes y reglamentos
del sistema financiero colombiano, así como de llegar a acuerdos con las corrientes
políticas del país; y de Profamilia, también colombiana, que comenzó a ofrecer
servicios de tratamiento para la infertilidad de las parejas como medio de
ajustarse a los cambios en la legislación y de asegurar su sostenibilidad,
aunque, a primera vista, ese tipo de actividad entrase en conflicto con los
preceptos de su misión original, dirigida a la planificación familiar.
Sin
embargo, esta era una forma de utilizar las competencias organizacionales,
adaptándose a los cambios del contexto externo.
Al contrario de lo que se podría
suponer, los valores de origen de esos auspiciosos emprendimientos sociales no impidieron
la adaptación de las organizaciones a nuevos contextos y desafíos.
Esos valores
parecen contribuir decisivamente a la supervivencia de las OSC, y las ayudan a
mantener un desempeño eficiente en el largo plazo mediante la implementación de
procesos de gestión y comunicación de los cambios organizacionales. Una constante
en los casos mencionados fue que el ejercicio del liderazgo propició el empleo
de prácticas participativas en los procesos de toma de decisiones.
Ellas, a su
vez, estimularon los procesos de aprendizaje que son importantes para el
desempeño de esos emprendimientos sociales, configurando patrones culturales esenciales para el perfeccionamiento
organizacional continuo.
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Jogly Sú
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