Las Organizaciones no Gubernamentales
(ONG) tienen presencia en Latinoamérica desde hace años. Sin embargo los
efectos y el resultado de sus actividades raras veces son conocidos.
Intervenciones de toda naturaleza
han sido llevadas a cabo en todos los rincones de los países del tercer mundo.
La pobreza, que es la bandera de lucha de estas instituciones, lejos de
disminuir aumenta.
Cuando se les hace la pregunta a
algunos de los funcionarios representantes de estas organizaciones, comienzan a
mostrar estadísticas, datos y cifras con las que quieren señalar sus logros,
lamentablemente al desplazarse hasta el lugar de los hechos, se observan
vestigios de lo que fue en su momento, un huerto familiar, con residuos de
bramantes o malla agrícola con los que cercaban su parcela.
Predios baldíos en los que se muestran
tuberías y mangueras que otrora fueron
sistemas de riego, casas de salud completamente abandonadas, que para lo único que
han servido en los últimos tiempos es para criadero de ratas, incluso se han
encontrado alimentos en mal estado donados por organizaciones, almacenados en bodegas escolares o cumunales.
Personas que fueron capacitadas
en muchos temas de salud realizando las mismas prácticas de antes.
Cuando los datos de las
instituciones muestran que no hay desnutrición o que ha bajado considerablemente,
la realidad dice lo contrario, niños barrigones, caritas sucias y cuerpecitos
endebles se ven por doquier.
“las personas no cambian de la
noche a la mañana” expresan los funcionarios del desarrollo, “con una persona
que cambie es suficiente” dicen al observar en el lugar de los hechos, las cosas casi igual que como cuando se llegó
por primera vez a levantar la línea base.
Resultados hay, pero son
resultados minúsculos en comparación con la cantidad de recursos movilizados.
El personal que labora para estas
instituciones poco a poco y casi imperceptiblemente va siendo absorbido por la costumbre
de mostrar en papel lo que “no” sucede en la realidad.
Hay incluso empleados que
mientras se dan cuenta que son observados por sus superiores realizan alguna
labor insulsa, para que digan que “está trabajando”.
Cuando no son supervisados y en
horas laborables, salen de su trabajo a realizar acciones personales, cuando se
acerca la hora de salir, llegan de nuevo y comienzan a buscar “que hacer” quedándose
hasta muy de noche, para que los que los observan digan que si “trabajan”, sin
embargo todos conocen que el día que
bien pudo utilizar para cumplir con sus ocupaciones, fue utilizado
deshonestamente para realizar labores puramente personales.
Pero estas acciones no son de extrañar,
“si supiera lo que hacen en la otra institución se quedaría sorprendido” me
comentaba un empleado. Se ha vuelto una costumbre vivir de apariencias, de
invenciones y de maquillajes.
Estoy seguro que algunas de estas
instituciones ya se dieron cuenta de
toda esta realidad y están llevando a cabo cambios radicales en su estructura,
en la implementación de sus actividades y en el manejo de su personal.
Si tienes alguna experiencia
relacionada te invitamos a que la compartas.
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