“Cuando los políticos logran su
objetivo de colocarse en un puesto bien remunerado muestran su verdadera cara”
Después de conocer los pormenores
de cómo se maneja la política en honduras observamos lo siguiente:
Las personas que se encajan en la
política en nuestro país muestran una personalidad honesta para tener
credibilidad ante los electores. En la vida privada son otra cosa.
La mayoría de personas que se
lanzan a la política deben forzosamente que seguir los pasos de aquellos “lobos”
que emplean cualquier táctica sea honesta o no para lograr sus objetivos.
En la política vernácula es
necesario que se prometan cosas que no se piensan cumplir, por lo tanto el político
se convierte en mentiroso.
Para lograr colocarse en los
primeros lugares de simpatía debe calumniar a su opositor, de lo contrario el
otro lo destruirá inmisericordemente.
El político tradicional hondureño
debe actuar con hipocresía, mostrar una cara alegre y simpática ante los demás
aunque no sienta nada de lo que muestra.
Por todos lados se escuchan las
quejas de personas que fueron testigos de cómo políticos sustrajeron urnas de
los partidos opositores para salir favorecidos a la hora del escrutinio. Por lo
tanto se convierten en ladrones.
La opinión de la mayoría de
personas es que los políticos hondureños son personas sin moral, sin amor
genuino por el prójimo, sinvergüenzas y ambiciosos de poder y riquezas fáciles.
Personas que crecieron en hogares
aparentemente practicantes de valores se corrompen al entrar de lleno en la
esfera política de un determinado partido.
El mismo deseo de colocarse en
puestos públicos bien remunerados hace que estas personas cambien su
personalidad y se vuelvan vanos, hipócritas, falsos e ingratos.
El pueblo por muy humilde que sea
ve en el político hondureño a un hombre o mujer capaz de las más bajas
acciones, interesado y lleno de ambiciones, despertando el odio de quienes los
observan.
Es necesario que todos los
políticos sin excepción hagan un alto y se detengan a reflexionar sobre su
conducta, tomando la decisión de mejorar en todos los aspectos su comportamiento.
Deben forzosamente de dejar a un
lado la hipocresía, la mentira, las promesas que no se tiene la intención de
cumplir, la grosería cuando logren el puesto público.
El político hondureño debe por
fuerza hacerse más noble, más benevolente y misericordioso, pensar más en el
necesitado y olvidarse de sus ambiciones personales desmedidas.
El político hondureño debe
recordar que es un ser humano sujeto a las mismas leyes del universo, si actúa
bien recibirá recompensa de bien, si mal recibirá su recompensa no tan buena y
eso deberá tenerlo muy bien presente si quiere evitar sufrimientos futuros. “Nada
de lo que haga le dejará de ser pagado”
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