Hay hombres para los cuales el mañana siempre se proyecta
como un espectro sombrío. Para el que vive cerca de Dios no importa
lo que el
mañana traiga consigo. Un día a la vez, viviendo el ahora.
Si de algo estamos plenamente seguros es de esto: que el Dios que nos ha traído victoriosos hasta el día de hoy, mañana estará también con nosotros.
Si de algo estamos plenamente seguros es de esto: que el Dios que nos ha traído victoriosos hasta el día de hoy, mañana estará también con nosotros.
Y si Dios está con nosotros ¿Quién contra nosotros? No tenemos
por qué abrumarnos con el pensamiento de
las tareas que tenemos que realizar o de los problemas que esperan solución en
un futuro inmediato.
Fuera esos temores y hagámosle frente al mañana
valerosamente, sabiendo que “en todas esas cosas seremos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó”.
Un paso ahora y otro después pero siempre con el
pensamiento fijo en ese Dios que no se aparta de nuestro lado. Aunque parezca
un cuento de niños, escuchadlo, que tiene mucho que enseñarnos.
Una vez, a un
reloj, colgado de una pared, se le ocurrió pensar en los segundos que tenía que
recorrer para hacer un minuto; en las semanas para un mes y en los meses para
un año. ‑ ¡pobre de mí!‑ exclamo‑, un total de más de treinta millones de
segundos para hacer un año‑. Aquello le parecía una montaña demasiado grande
para escalarla. Pero entonces escuchó la voz del péndulo que le dijo con acento
firme y decidido: ‑ tic, tac, tic, tac. Tú estás muy equivocado. Jamás
llegaremos a ninguna parte, a menos que demos un paso ahora y otro después ‑.
El reloj entró en razón y continuó, despreocupado, marcando segundos, minutos y
horas y así acumulando días, semanas, meses y al fin, el año. Al terminar en el
silencio de la noche, volvió a escuchar la voz del péndulo que le dijo: ‑ paso
a paso, con paciencia y perseverancia se puede ascender la montaña más elevada‑.
No tenemos, pues, porque tenerle miedo al mañana. Mientras perseveremos en la
vida cristiana, mientras mantengamos la fe en Dios y continuemos así: paso a
paso y la seguridad de que su divina mano lo va arreglando todo para nuestro
bien, sigamos adelante, haciéndole frente al porvenir valerosamente.
Miguel Limardo
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