Todos los que han logrado grandes cosas en la vida han
tenido sueños, veremos como uno de los factores que les ha permitido alcanzar sus
más preciados anhelos es el deseo intenso.
La verdad es la realidad fundamental de todo lo que
encontramos en la vida. Por ejemplo, sólo existe una manera correcta de
resolver un problema matemático. Esa manera correcta representa la verdad, en
lo que respecta a ese problema particular. Saberla, es despejar nuestra mente
de toda duda y de toda posibilidad de error. Es eliminar cualquier dificultad
que pueda aparecer por que hayamos resuelto el problema de una manera
incorrecta.
De la misma manera, hay sólo una manera correcta de resolver
todos los problemas que encontramos en la vida. Esa manera correcta es la
verdad. Conocerla es eliminar todas las dudas o dificultades que puedan existir
en relación a esos problemas.
Porque si las situaciones se resuelven de la
manera correcta, sólo pueden producir resultados positivos. Es necesario que
sepas lo que quieres antes de que puedas obtenerlo; tienes en tu mente poder
ilimitado, pero Tú tienes que formular el deseo.
En el reino de la mente, en donde tienes todo el poder práctico que existe,
tú puedes poseer todo lo que desees. Pero tienes que exigirlo, que visualizarlo,
que hacerlo una realidad…y será tuyo. Todo lo que necesitas es un deseo intenso
y sincero.
La respuesta es que tú nunca has condensado todos tus deseos
en un deseo grande y dominante. Has tenido una multitud de deseos moderados. Deseas
moderadamente llegar a ser rico, tener un empleo de influencia y
responsabilidad, ser feliz en tu matrimonio, poder viajar a voluntad.
Los deseos
son tantos y tan variados, que se contradicen y nada producen. Te falta un
deseo intenso, al cual estés dispuesto a subordinar todo lo demás. El tiempo
que malgastas en sueños y deseos sin objeto produciría maravillas si fuera
concentrado en un solo objeto.
Tienes que concentrarte en una sola idea. El triunfo
no es siempre para el hombre que trabaja más. La dirección en la que se apunta
cuenta tanto como la energía de la lucha. Para triunfar, tienes que nadar con
la corriente. Los hombres que triunfan son los que trabajan en armonía con las
fuerzas naturales.
Una cierta cantidad de energía empleada en armonía con esas
fuerzas lleva a un hombre más lejos y más rápidamente, con más facilidad, que
una energía muy superior usada contra la corriente. Aquellos que trabajan a
ciegas, sin contar con esas fuerzas, se crean dificultades a sí mismos y pocas
veces triunfan. Se ha calculado que cerca de un noventa por ciento de todas las
causas que producen éxitos o fracasos están fuera de todos los esfuerzos
conscientes del hombre.
Mientras cooperes con la sabiduría y el poder que Dios te ha
dado y que llevas dentro, triunfarás y serás feliz. Sin embargo si dejas de
cooperar fracasarás, serás desgraciado, porque ya no estarás trabajando en
armonía. No obstante cuando tu deseo intenso sea realmente penetrante no
importará el obstáculo.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Por favor haz tus comentarios basados en el tema, sugiere, aporta y exprésate con respeto. Tus lectores lo agradecerán.