Es irrefutable que todos llevamos dentro un poder interno que se hace más evidente al conocerse a sí mismo.
Vivimos de ideas y no de realidades. Vivimos de la idea que
nos hemos formado de nosotros. Y nosotros no somos esa idea. Somos una realidad
mucho más importante y consistente que esa idea.
Pero la desconocemos porque
nunca nos hemos puesto a mirarla cara a cara y a sentirla directamente. Vivimos
de las ideas que nos hemos formado de los demás. Los demás tampoco son esas
ideas que tenemos sobre ellos. Vivimos de las ideas de las cosas y las cosas
tampoco son esas ideas. Vivimos en un sueño, en una ficción.
La realidad es otra muy distinta. La realidad no puede “decirse”.
Cuando se dice ya se convierte en ideas. La realidad solo puede vivirse. Hemos confundido
lo real con lo ideal, lo permanente con lo transitorio, el sueño con la
realidad.
Es necesaria mucha valentía para reconocer que eso a lo que hemos
dado tanta importancia en tantos momentos de nuestra vida, con lo que hemos
estado tan identificados en tal grado que hemos llegado a creer que somos eso,
es necesaria, repito, tal valentía para reconocer nuestro error, que preferimos
muchas veces seguir viviendo en el sueño y el error. Sólo con una sinceridad
profunda llegaremos a reconocerlo y aceptarlo.
Nuestra vida puede y debe ser una fiesta continua si nos decidiéramos
a vivir con la conciencia interior abierta y el amor vivo en nosotros. Nada debiera
impedirnos tener esa fiesta espontanea cada día, cada instante, porque todo
canta, todo exhala su aroma, todo brilla, todo habla, todo tiene sabor y
dulzura cuando mi conciencia crece, clarifica su visión ilimitada y se expande
hacia el infinito, de la luz, del sonido, de la belleza, del ser.
Y esta visión ilimitada no está encerrada en unos pocos
iluminados. Está destinada a ti y a mí, hombres normales, que nos sentimos encarcelados
entre barrotes de impotencia, de complejos, hábitos inconscientes, oscuridades,
temores, deseos, inquietudes, miedos, enfermedades, frustraciones , ignorancia,
desprecios desamores…no es para unos pocos elegidos.
Es para todos…para ti y
para mí. Sólo hay que cortar los duros barrotes que nosotros mismos hemos
fabricado con el material y ayuda que nos ha prestado la sociedad, la cultura,
la tradición, la “educación”, la familia, la herencia genética…pero podemos
verlo y reconocer nuestra verdadera capacidad. Nuestra visión clara y directa
cortará los barrotes de nuestra cárcel, la cárcel en la que vivimos y a la que
nos hemos acostumbrado como si fuera nuestro destino propio y natural.
Sólo hay que verlo. No con la mente, sino con el ojo
interior. El ojo interior está más allá de los sentidos y de la mente. Sólo hay
que afinar la sensibilidad interior. La quietud de la mente, la atención a la
voz interior afina la sensibilidad y abre nuestros sentidos.
El conocimiento de sí mismo consiste en VER, SENTIR Y
VIVENCIAR el “sí mismo” sólo los que miran y sienten , con atención, sinceridad
y silencio de la mente, su realidad profunda, pueden llegar a conocer, saber y
experimentar lo que son.
Los que pasan el tiempo pensando en lo que son, o creen ser,
o pueden llegar a ser, o cómo quieren ser, nunca llegarán al conocimiento
verdadero o experiencia de sí mismos. Aquí reside la gran dificultad de
conocerse a sí mismos. Estamos enseñados, acostumbrados a conocer las cosas
exteriores a través de la mente que compara, juzga elucubra, infiere, piensa. Y
llegamos a identificar lo que pensamos con las cosas.
Muchos psicólogos, pedagogos, orientadores insisten sobre
sus orientados: “piensa, obsérvate, analízate”… “en realidad esta observación y
análisis es observación y análisis sobre algo de nosotros. Sobre nuestra
conducta. Y en ese sentido está bien. Pero no es análisis de nuestro Yo.
La realidad se ve y se siente. Eso es mucho más y mejor que
cualquier análisis. El “Yo” no se puede analizar. Se pueden analizar nuestros sentimientos
que son expresiones de Yo. Se pueden analizar nuestras acciones, nuestra conducta.
Los sentimientos, acciones y reacciones son efectos de las ideas. Pero el “Yo”
sólo se siente. Se experimenta. Y son muy pocos los que lo sienten y
experimentan. Por eso son pocos los que se conocen a sí mismos.
Realmente comparto el que "La Valentía" es una cualidad requerida para "Conocerse" y que lo heredado de la cultura, educación, la tradición, la familia, etc., son procesos "impuestos" que no están alineados a la "Valentía de Conocerse" o de sentirse.
ResponderEliminarMe llevo como aprendizaje el que "El Yo" no se puede analizar, sin embargo si puede analizar sus manifestaciones y que se evidencia a través de los sentimientos.
Muchas Gracias!!
Muchas gracias amigo por tu comentario, muy acertado y apegado al tema de discusión en el presente artículo. Bendiciones para tu vida.
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