Al parecer olvidamos de continuo una gran verdad, y un
factor poderoso al alcance de cualquiera, la imagen que tienes de ti mismo
condiciona tus resultados en la vida.
Cuando Dios nos hizo, nos formó a su imagen y semejanza,
¿Alguna vez hemos profundizado en el significado de esas palabras? Expresa que
somos capaces de muchas cosas, llevamos dentro de nosotros mismos lo necesario
para realizar cualquier cosa que deseemos intensamente.
Pensamientos débiles y negativos, pensamientos de duda, de
desconfianza, matan sin cesar los brotes vigorosos de la vida que se esfuerza
por mostrar el esplendor y la fuerza de nuestro radiante interior. ¡Escoge lo que quieres ser! Tu responsabilidad
es pensar, hablar, obrar de acuerdo con tu verdadero ser interior.
Tu privilegio
es mostrar por medio de ese ser la plenitud de la paz y de la abundancia. Conserva
permanentemente en tu mente la idea de ti mismo que anhelas ver realizada. Esa idea
diaria de ti mismo determinará lo que será mañana.
Mira sin cesar hacia los más altos ideales; y tu mente te
elevará hacia ellos, llenándote de prosperidad y de bendiciones, no sólo para ti,
sino para todos los que te rodean. Porque nuestra mente es creadora, y el
pensamiento es energía. Es sumamente importante la imagen de tu cuerpo que
conservas en tus pensamientos.
Si hasta ahora esa imagen ha sido de debilidad, de enfermedad,
cámbiala hoy, HOY MISMO. Repítete a ti mismo, al despertar por la mañana y al
retirarte por la noche: Mi cuerpo fue hecho a la imagen y semejanza de Dios. Es
una creación de la imagen de Dios, y por eso todas sus células y tejidos son
perfectos, todos los órganos y músculos trabajan a la perfección.
Eses es el único modelo de mí que existe en el universo. Ese
es el único modelo de mí que mi mente inconsciente conoce. Por eso y puesto que
Dios es el único creador, ¡ese es el único modelo de mí que yo puedo tener!
Cuando la imagen que tienes de ti mismo es la adecuada
puedes aspirar a casi cualquier cosa, hay garantía de que obtendrás lo que
deseas.
No importa la clase de deseos que puedas tener. Si tu hijito
quiere unos patines y tú puedes dárselos con toda facilidad, no vas a darle un
libro de dibujos en lugar de los patines. Puede ser que el libro de dibujos sea
mejor para él, pero el amor que tú sientes por tu hijo te va a hacer que le des
lo que él quiere en ese momento, siempre y cuando sus deseos no sean
perjudiciales.
De la misma manera, Dios en su infinito amor puede darnos lo que
le pidamos sinceramente, mientras no sea pernicioso lo que solicitemos. La
Santa Palabra de Dios lo resume en los
siguientes versículos: “Porque todo el que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre vosotros que si su
hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una
serpiente?
Para todos es conocido que el universo es todo abundancia,
pero, ¿Cómo podemos aprovecharnos de esa abundancia? Cuando tengas necesidad,
cuando tengas una dificultad, cierra los ojos por un momento y comprende que
Dios sabe cómo puedes recibir lo que necesitas, sabe cuál es la solución a tus
dificultades.
Por otro lado tu mente subconsciente, preparada para percibir,
sabe también eso. Por eso presenta tu problema en oración con la confianza
sublime que allí encontrará la solución. Luego olvídalo por un momento. Cuando
la hora llegue, tu deseo se consumará.
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