La discusión de temas, de problemas y de sus soluciones es materia de trabajo de todo facilitador social,
veamos algunas recomendaciones para hacerlo de la forma adecuada.
Estar preparado: Cuando un facilitador está preparado se desempeña
aparentemente sin esfuerzo, pero detrás de su trabajo existe una verdadera
preparación. Han investigado, planificado, discutido y practicado.
Exprese con claridad los
objetivos de la discusión.
Piense
acerca de la manera en que el tema será presentado (por ej. con un teatro improvisado
o un cartel o afiche). ¿Hay otras preguntas que se pueden hacer para asegurarse
de que el grupo haya comprendido el material y para ayudarlo a aplicarlo a su situación?
¿De qué manera pueden registrarse las ideas de las personas a medida que se
discuten los temas y quién puede encargarse de hacerlo? ¿Cómo pueden las
personas aplicar lo que han aprendido durante la discusión?
Mostrarse flexible: El facilitador debe estar preparado para cambiar
sus planes si es necesario. Las necesidades y los intereses de los integrantes
del grupo deben guiar la discusión para que sea pertinente.
Ser dinámico: Si el facilitador desea que otros se dinamicen y
cobren energía, necesita él mismo ser dinámico y entusiasta.
Promueva el buen sentido del humor: Puede ser que los integrantes
del grupo provengan de caminos muy diferentes de la vida. Si el ambiente es
formal el grupo puede ser menos efectivo. Es importante crear un grupo unido en
el que los miembros disfrutan de su compañía mutua y valoran el aporte de cada
uno. El buen sentido del humor puede ayudar a crear un ambiente informal y productivo.
Evite la confusión: Si el facilitador se siente confundido, entonces
el grupo también se sentirá confundido y pronto perderá interés. Un facilitador
necesita comunicar claramente una tarea o un posible camino a seguir, y necesita
asegurarse de que cada integrante haya entendido con claridad.
Piense de forma positiva: Las expectativas del facilitador
afectarán la visión que el grupo tenga de sí mismo y la facilidad con la que
los integrantes aprenderán y trabajarán juntos. El facilitador debe tratar de
ayudar a cada uno a poner lo mejor de sí mismo y desarrollar su potencial.
Reconozca sus errores y limitaciones: Pensar positivamente no
significa tener siempre la razón. El facilitador cometerá errores. Si estos
errores se reconocen, se pueden transformar en oportunidades valiosas de
aprendizaje.
Revistase de sensibilidad: Un facilitador tiene que estar siempre alerta
al estado anímico y a los sentimientos de las personas. Debe observar la manera
en que se tratan y su comunicación verbal y no verbal. Quizás sea necesario hablar
en privado con un integrante del grupo para saber cómo se está sintiendo o para
comentarle con mucho tacto que no ha sido respetuoso con otro integrante del grupo.
Practique la variedad en cuanto al uso de métodos, técnicas y
actividades: Cada persona tienen un estilo diferente de aprendizaje. La variedad
mantiene involucrados a todos y refuerza el aprendizaje.
Sabemos que la tarea de
facilitación conlleva una enorme responsabilidad, es así que todos los que
están involucrados en ella deberán actualizarse constantemente, prepararse sin
descanso y adoptar permanentemente los mejores métodos para alcanzar sus
objetivos.
Exhortamos a los que quisieran
aportar su experiencia para que compartan lo que han aprendido en su loable
labor de facilitación. Estamos abiertos para recibir sugerencias,
recomendaciones y consejos, los compartiremos gustosos con nuestros lectores,
dándole el respectivo crédito a quien nos escriba.
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