Educar y dominar la respiración
nos permitirá extender la influencia de nuestra voluntad a reacciones
emocionales y nerviosas que normalmente están fuera de nuestro control.
Existe siempre una interacción
entre nuestra actividad mental y emocional y el proceso respiratorio.
Cuando disfrutamos de placidez
emotiva nuestra respiración se torna más rítmica, suave y pausada; cuando
estamos tensos, el flujo respiratorio es entrecortado, arrítmico y superficial;
al recibir un shock emocional tiende a paralizarse y a convertirse casi en un
estertor.
Cuando estamos concentrados, respiramos suave
e imperceptiblemente; al dejar vagar nuestra mente el proceso se hace
irregular.
Los ejercicios respiratorios que
aprenderemos no van destinados solamente a ampliar la capacidad vital, sino que
también tienen una influencia directa en la educación imaginativa. En la
práctica los ejercicios se relacionan e influencian mutuamente con las
funciones que representan.
De éste modo respiración y
movimientos influencian la imaginación y son a la vez influenciados por ésta. Debido
a esto encontraremos por ejemplo que un determinado ejercicio respiratorio va
destinado en realidad a facilitar la concentración mental, que estaría
clasificada como educación imaginativa.
Habitualmente se respira llenando
solamente la parte superior de los pulmones. Si queremos aspirar mucho aire
dilatamos considerablemente nuestro tórax. A este tipo de respiración se le llama
respiración torácica. En ella la función del diafragma es muy reducida.
Ejercicio de respiración total
De pie, con los pies un poco
separados, la cabeza erguida y los hombros hacia atrás, se comienza a inspirar
dilatando el abdomen, es decir, proyectándolo con cierta fuerza hacia delante
hasta que se presente ligeramente abombado. Se continúa la inspiración hasta
llenar los pulmones, dilatando ahora el tórax, con lo cual se deprime de forma
natural el abdomen.
Al espirar debe procurarse contraer el abdomen
suavemente para facilitar la eliminación del aire residual. Este es un ejercicio
de reeducación del hábito respiratorio que sirve de base para otros más
complejos.
Ejercicio de respiración concentrada
La respiración concentrada tiene
por objeto elevar el tono mental, subir el nivel consciente, acumular energía
para el día y producir un estado psíquico armónico y equilibrado. Se debe
realizar al levantarse por la mañana.
En este ejercicio se combinan
respiración y movimientos. Los movimientos deben ser ejecutados exactamente
como aquí se indica, ya que cada posición crea un estado psíquico especial.
Para mayor claridad dividiremos este ejercicio
en cinco partes.
1. De
pie, con los ojos cerrados, talones juntos, puntas de los pies separadas,
columna vertebral derecha, barbilla levantada. Con los brazos estirados y
rígidos juntar las palmas de las manos por delante a la altura del estómago. Las
yemas de los dedos deben tocarse.
2. Comenzar
a inspirar haciendo presión suavemente con el estómago hacia fuera, y
levantando gradualmente ambos brazos a medida que se inspira hasta que los
pulgares lleguen a la altura de la barbilla.
3. Se
continúa el movimiento abriendo los brazos hacia los lados hasta llevarlos bien
atrás, momento en el cual deben haberse llenado los pulmones.
4. Comienza
a iniciar la exhalación, momento en el cual se aflojan los brazos y manos y se
bajan suavemente a medida que se va exhalando, hasta que las palmas de las
manos llegan a tocar los costados de las piernas, posición en la cual deben
haberse vaciado completamente los pulmones.
5. Pausa
de descanso antes de repetir el ejercicio completo.
Es indispensable una perfecta
ejecución de los movimientos, pensando exclusivamente en lo que se está
haciendo. Es imprescindible sincronizar en forma adecuada la inspiración en la
etapa N° 3. El llenado total de los pulmones debe coincidir con el final de la
etapa tercera, es decir, con el término del movimiento de llevar los brazos
hacia atrás. La espiración debe finalizar también conjuntamente con el final de
la cuarta etapa.
El ejercicio completo debe durar
alrededor de diez minutos, con un número
aproximado de 20 respiraciones completas. La inspiración debe realizarse por la
nariz, y la exhalación por la boca, soplando suavemente el aire por los labios
entreabiertos, tal como si estuviera silbando.
En personas que no tienen
costumbre de realizar ejercicios respiratorios el tiempo inicial puede
reducirse a 5 minutos, para ir aumentando progresivamente. Este ejercicio debe
ejecutarse de pie, preferentemente con el estómago vacío, antes de desayunar.
Es importante que en ningún caso se constituya
en un deber desagradable, sino que cada persona debe tratar de que le produzca una sensación de agrado.
En la práctica este factor
aparece espontáneamente al notar una elevación en la vitalidad que ayuda a
disfrutar de la actividad diaria. Si se desea puede repetirse también en la
noche, como una ayuda para reparar el desgaste producido por el trabajo.
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