Lo que a continuación escribiré
tiene un enorme poder de sugestión, es tremendamente positivo y si lo
comprendemos en su cabal extensión extraeremos los principios para combatir el stress.
Aquellos que buscan la sabiduría,
el poder o el éxito, solo lo encontrarán dentro de sí mismos. La mente tiene
una soberanía excepcional en nuestra vida.
Está probado que nuestro cuerpo
está sano o enfermo de acuerdo con las imágenes que grabemos en nuestra mente
inconsciente. Si grabamos solo pensamientos de salud en vez de pensamientos de
enfermedad, tendremos un cuerpo saludable.
Porque todas las enfermedades
comienzan en la mente- en la mente consciente. Su causa es el miedo- el miedo a
las enfermedades- el miedo de tu propia impotencia para protegerte contra
ellas.
Todos tenemos una fe latente en
el poder de la enfermedad, y eso es lo que, combinado con el miedo, nos hace
asociar ciertas enfermedades con ciertas circunstancias, tales como resfriados
con corriente de aire.
No hay un solo microbio en una
corriente de aire capaz de darte un resfriado. La corriente de aire no piensa;
ni tampoco tu cuerpo.
Es tu mente consciente la que ha
aprendido a pensar que una corriente de aire, bajo ciertas circunstancias, debe
producir un resfriado. Esto lo sugiere a tu mente subconsciente y lo hace una
realidad.
La causa verdadera de todas las
enfermedades es el miedo. Porque la enfermedad es simplemente una imagen
externa del pensamiento. Tú has visto como el miedo causa la palidez, como
detiene o precipita los latidos del corazón.
El miedo cambia las secreciones,
el miedo interrumpe la digestión. El miedo pone líneas y arrugas en la cara. El
miedo encanece los cabellos. La mente domina todas las funciones del cuerpo
humano. Si el pensamiento que tu presentas a la mente inconsciente es el miedo
a la enfermedad, de fiebre, de indigestión, esas son las imágenes que tu mente
inconsciente hará realidades en tu cuerpo. Porque tu cuerpo mismo es solo un
grupo de electrones, lo mismo que la mesa que está frente a ti. Quítale la mente,
y tu cuerpo estará tan inerte, tan insensible, como la mesa.
Todas las funciones del cuerpo,
desde los latidos del corazón, hasta las secreciones glandulares, están
dominadas por la mente. La digestión de tus alimentos es tanto una función de
la mente como los movimientos de los dedos.
Por eso lo importante, no es la
clase de alimentos que pones en tu estómago, sino el alimento que la mente
decida que te haga mal, y que te hará mal. Tu mente es como el yeso en la mano
del escultor. Puede hacer con él lo que quiera.
Y cuando tú comprendas que no son
tus músculos, tus nervios o tus huesos, sino simplemente tu mente la que te
enferma, rehusarás permitir en tu cuerpo lo que no quieras ver en él. Es verdad
que hay que luchar. Y siempre habrá que luchar en la vida. Pero luchamos solo
para vencer las dificultades. Y no hay nada que temer.
Todo es un efecto de la mente. Las
fuerzas de tu pensamiento, concentradas sobre cualquier cosa, la harán real. Por
consiguiente, concentra tu pensamiento solo sobre cosas buenas.
…En todo lo bueno, en todo lo
puro, en todo lo recto, si hay virtud alguna, en esto pensad, sentenciaba el apóstol
Pablo.
Piensa en la salud, la energía la
abundancia, la felicidad. Rechaza todos los pensamientos de pobreza y
enfermedad, de miedo y de pena. Porque el miedo y la pena son las impurezas de
la mente que causan todas las dificultades que producen todas las enfermedades.
¡Destiérralas! Destierra de entre tus amigos a todo aquel que abrigue una
actitud negativa hacia la vida.
Nunca pienses en el peligro, en
el desastre, en el fracaso, en la pobreza, sino quieres que esas condiciones se
manifiesten en tu vida. No puedes temer al futuro si te convences de que todos
tus movimientos, todos tus actos, están de acuerdo con los ideales de tu mente;
si todos tus pasos son pasos hacia adelante; si tu vida está orientada hacia el
triunfo.
En momentos de gran peligro, en
horas de extrema angustia, cuando el alma valiente expone todo lo que posee,
entonces es cuando los milagros ocurren, si tenemos fe. Eso no significa que
debes entregarte indolentemente en manos de la providencia. Cuando hayas hecho
todo lo que es posible hacer, no te preocupes por el resultado.
Si más necesitas más recibirás. Puedes
sentir la confianza de que, habiendo hecho todo lo que está en tus manos, tu
mente podrá realizar lo que haga falta.
Así es con la mayor parte de las
calamidades que nos afligen. ¡Si solo les hiciéramos frente con calma y
confianza, cuan mejor sería la vida! Pero no; tenemos que afligirnos, que
preocuparnos, y la mayor parte de las veces hacemos exactamente lo que sirve
para aumentar nuestras dificultades.
¿Cuál es el modelo que tienes
ante tu mente? ¿Es un modelo de ancianidad y decrepitud? Ese es el modelo que
la mayor parte de los hombres usan, y el resultado de esa imagen lo vemos todos
los días en sus cuerpos. Pero tú no necesitas ese modelo.
Tu puedes grabar en
tu mente la visión de la juventud, del vigor, de la energía, de la fuerza y de
la belleza; y ese será el modelo que tus células seguirán al renovar tu cuerpo.
Talvez tú eres débil y anémico.
¡No importa! Puedes empezar hoy mismo a reformar tu cuerpo. En once meses,
cuando mucho, todos esos tejidos enfermos y débiles habrán sido reemplazados
por tejidos fuertes y vigorosos.
De una cosa puedes estar seguro:
Dios nunca nos dio una ley de decrepitud y muerte. Si hay tal ley, es porque el
hombre la hizo, y el hombre puede cambiarla.
Podemos influenciar positivamente
nuestra mente por medio de la ejercitación de ciertas funciones físicas, que
nos liberarán del stress. Una de las
formas que describiremos es el de la relajación por medio de la respiración. La
inspiración y la espiración marcan el flujo y reflujo de la vida orgánica.
Al inspirar nos ponemos tensos y
alertas y al espirar nos relajamos. Así, en forma general, pasamos por el día
por múltiples momentos de tensión y de relajación. Esta dualidad puede ser
utilizada de diversos modos, uno de los cuales se refiere a producir por medio
del flujo respiratorio un estado de relajación.
Ejercicio de relajación
Sentado o acostado cómodamente,
con los ojos cerrados, se llenan los pulmones de aire y se retiene por algunos
instantes. En seguida se comienza a exhalar suavemente por la boca, como si se
estuviera soplando, procurando alargar lo más posible la duración de la
espiración, que debe continuar a éste ritmo lento hasta vaciar los pulmones. Acto
seguido se descansa y se repite la espiración cuantas veces se desee.
Para que este ejercicio rinda sus
mejores frutos es menester que la respiración sea lo más suave y lenta posible.
Por su sencillez ésta práctica es recomendable para aquellas personas que
tienen dificultades para concentrarse o para comprender otros ejercicios más
complejos. Este ejercicio puede repetirse cuantas veces se desee durante el
día.
¡Bendiciones!
0 comentarios:
Publicar un comentario
Por favor haz tus comentarios basados en el tema, sugiere, aporta y exprésate con respeto. Tus lectores lo agradecerán.